Nuestra vida personal, familiar, laboral, al igual que los gobiernos y las sociedades debemos aspirar siempre a ser mejores, lo que significa contar con humildad suficiente para reconocer los errores, motivarse a superarlos y evitar que se repitan en el futuro.

Nicaragua se conoce en el mundo como el país que ignoró las recomendaciones de las Organización Mundial de la Salud (OMS) y siguió un camino sin evidencia científica basada en política partidaria y no en las mejores lecciones aprendidas en esta pandemia a nivel mundial, incluyendo de los países vecinos. Es hora de mejorar abordajes, abajo señalo algunos de ellos.

Es prioritario compartir los datos de enfermos, complicados, fallecidos y con la covid persistente, así como las coberturas de vacunación de primera, segunda, tercera y más dosis desagregadas por grupo de edad, sexo y lugar para que sirva como alerta y motivador para que la población adopte y ponga en práctica las medidas preventivas, incluyendo vacunarse.

Ampliar el acceso y los resultados de pruebas rápidas y PCR para que los enfermos se auto aíslen, informen a sus contactos y éstos se pongan en cuarentena por un período de 10 días. Ambos grupos deben de estar en lugares ventilados, a más de 3 metros de otras personas y si alguien se acerca debe utilizar mascarilla al igual que el enfermo.

Establecer una campaña educativa de carácter permanente en todos los medios de comunicación sin excepción, para motivar y exigir las medidas de prevención, comenzando con suspender la promoción pública del contagio.

Coordinar con los organismos no gubernamentales sin fines de lucro, empresa privada, sector religioso y otros para que en todos lados desde la familia hasta los lugares públicos se tomen las medidas de prevención, que muy bien nos traen y mejorarán nuestra cultura en salud, especialmente la higiénica. Esto nos servirá muchísimo para futuras enfermedades y para controlar la actual epidemia de la COVID-19. No debemos bajar la guardia porque está presente la variante Delta y OMICRON, ésta última más contagiosa y menos grave.

Palabras que deberían llevar a la acción con su verdadero significado, como solidaridad, ciencia, herramientas de prevención, participación de población e iglesia, detección temprana de problemas de salud mental, protección al trabajador de salud, suspender la incertidumbre, más claridad y transparencia, comunicados con lenguaje popular, alertas, exigencia, evitar muertes u daños posteriores, romper con la inevitabilidad y la normalización de esta epidemia.

Estamos en tiempo de modificar el curso natural del virus, hoy es Omicron y por su alta contagiosidad, mañana producirá otra variante igual, más débil o más fuerte y debemos estar preparados. Es necesario llamar a la COVID-19, como lo que es, un desastre económico, social y de salud pública, una enfermedad evitable y controlable a través del comportamiento social motivado por la rectoría de un gobierno previsorio, protector de la vida de sus ciudadanos, con capacidad para aprender y mejorar continuamente, poniendo en el centro de su trabajo como lo más importante al ser humano y su familia.