No vamos a poder avanzar en este mundo si se continúa viendo a la salud como un gasto y no como una inversión. Un gasto es cuando usted eroga dinero y no recibe ganancia, un gasto va destinado a satisfacer una necesidad o un deseo.
Cuando compramos un sorbete, ropa, electrodomésticos u otros, lo hacemos porque tenemos la necesidad de alimentarnos, vestirnos o simplemente el deseo de adquirir dichos equipos. Cubrimos necesidades inmediatas, no esperamos posteriormente obtener una ganancia.
La inversión, por el contrario de lo que se cree, no sólo está asociado a criterios económicos o financieros, sino que es todo aquello que permite una mejora posterior a cambio de emplear recursos el día de hoy. El resultado esperado es ganar más dinero o mejoría en la calidad de vida.
Esto mismo sucede a nivel individual, no tenemos ningún problema en ir a comer algún restaurante o comprar algún producto, pero sí la pensamos dos veces para invertir en nuestra salud, porque la queremos gratis o porque vemos muy caro o simplemente porque no la valoramos, ya que en este momento la tenemos. Y en salud nos pasa como a nuestro familiar, no lo valoramos hasta que lo perdemos.
Con la pandemia de la COVID-19 hemos aprendido el valor de la salud, del conocimiento, la evidencia científica, de pedir una segunda opinión, exigir que el personal de salud esté actualizado científicamente, de verificar que su medicamento o una vacuna es segura y efectiva, de compartir las experiencias, de la importancia de la higiene personal y del comportamiento humano que puede proteger o dañar a los demás y a nosotros mismos, pero también nos expusimos a palabras huecas, como solidaridad, paz, normalidad y otras que no van más allá de discurso sin práctica. Compartimos el dolor de otros, pero también nos expusimos a la irresponsabilidad, al yoquepierdismo, a la complicidad y a no evitar muertes innecesarias.
Yo espero que a nivel individual, familiar y comunitario realmente valoremos la salud como uno de los elementos más importantes que sostiene la buena calidad de la vida humana, que cuando digamos salud frente a un brindis o en un buen deseo, realmente pongamos en práctica lo que decimos. Tenemos derecho a soñar con una mejor salud para todos, pero debemos asumir con responsabilidad y compromiso hacerlo realidad y todo comienza con uno y se extiende luego a la familia, a su comunidad y al país entero.