El que no revisa su historia cometerá los mismos errores y esperamos que en Nicaragua nunca más se menosprecie la vida humana ni aquellos factores que atentan contra la vida, la calidad de vida, la familia y la sociedad.

En estos dos años de epidemia de la COVID-19, murieron más de 14 mil nicaragüenses que no deberían haber fallecido, cuyas muertes eran evitables si se hubiese actuado con responsabilidad, a tiempo, con transparencia y humildad, ésta última para reconocer que no somos la mamá de Tarzán, ni los campeones en el continente americano o que tenemos el mejor sistema de salud del mundo, nada más falso y por supuesto no tenemos todo lo que necesitamos, pero siempre podemos y debemos mejorar, porque la calidad es el respeto al pueblo y debemos unirnos para salvarnos y escuchar a aquellos que tienen más experiencia y conocimiento, nunca despreciar a la ciencia ni mucho menos los derechos humanos y de salud de nuestra población.

La enfermedad se comportó sin que se le pusieran barreras, más bien el actuar gubernamental favoreció su expansión, que además de la muerte, los miles de huérfanos que quedaron, las familias con un vacío que nunca podrán llenar, las pérdidas financieras porque se suspendió un ingreso que afecta a su familia, al seguro social y a la economía del país, de los sufrimientos que pudiesen haberse evitado y no se quiso por obstinación irracional, también llevó al ministerio de salud a un nivel de desprestigio nunca visto en la historia de Nicaragua, a pesar del esfuerzo de miles de trabajadores de salud que no le permitían hacer adecuadamente su trabajo, ni tampoco auto protegerse. Sinceramente esto fue muy doloroso y deseo que nunca más lo tengamos que vivir.

La salud se reconoció socialmente como un derecho humano, como algo invaluable que es necesario cuidarla, estos años se ha hablado más de enfermedades que en los anteriores y estamos aprendiendo de la importancia de alertar y educar en salud, en reconocer que la población tiene capacidades y que si facilitamos su proceso de aprendizaje es capaz no solo de cuidarse individual y familiarmente, sino también trabajar por su comunidad, entendimos el significado real de lo que significa solidaridad y se pudo identificar lo deshumanizado que somos algunos seres humanos.

Otros también solicitaban una segunda opinión médica, algo que culturalmente no existía en nuestro país, asunto que a muchos médicos no les agrada, olvidándose que es un derecho en salud. Ampliamos la consulta virtual, que puede ser utilizados para la atención de otras enfermedades en lugares remotos, de los cuales tenemos muchos en la geografía nacional.

El rol de los medios de comunicación fue fundamental para brindar información científica, las redes sociales ayudaron, pero también fueron fuente de muchas noticias falsas, recordemos que la desinformación oficial y no oficial mata gente, porque los llevan a un nivel de ignorancia que ponen en peligro su salud, su vida y la de sus familiares.

La unidad del gremio médico alrededor de la ciencia es otro hito en la medicina de Nicaragua, se volcaron a apoyar con información científica y se crearon grupos de intercambio y diseminación actualizada de la epidemia, su prevención, diagnóstico y tratamiento.

Hay muchísimo que compartir, pero lo más importante es que la promoción y la prevención debe prevalecer como lo más importante en un sistema de salud que quiere tener cobertura universal con calidad.